miércoles, 5 de octubre de 2011

EL VIEJO TALLER DE LOS ZAPATOS ROTOS


Las historias que cuentan los que han dejado su lugar de origen para viajar sin documentos hacia otro país son, de manera frecuente, relatos de peligros enfrentados y daños padecidos. Hoy en día la migración indocumentada y el riesgo están estrechamente entrelazados. En la frontera sur de México con Centroamérica, la conexión entre los dos factores es tan evidente como lo demuestra el número de violaciones a los derechos humanos que la han convertido en uno de los cruces más difíciles y azarosos para el inmigrante, cuyo destino permanece en muchos casos, dependiente al paso de un tren cuya demora puede ocasionar una espera involuntaria de días o semanas, al margen de las vías férreas, haciendo suponer el trayecto de un camino tan incierto como perecedero...

Esta propuesta nació bajo el interés de promover un teatro de contenido social y sentido poético para los títeres en nuestro país;  como un propósito sensible  de investigación, diseño y estudio de los signos que la migración compone a una escena desprovista de atavíos, efectos y recursos visuales, que se vio cristalizada gracias al apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y su programa Creadores escénicos en el año 2010.

El viaje lustroso de los zapatos rotos fue un proyecto marcado por la generosa experiencia de habitar junto al migrante sus escenarios de la tristeza y el deseo, marcado por la mística de un sentido fantástico y crítico, reflexivo, profundo, logrando ampliar sus destinos hasta donde las fronteras, son insuficientes para poderle detener. La representación de sus historias por medio del empleo de zapatos, música y escazas palabras articularon un móvil sensorial en la esperanza del que viaja hacia una dirección inusitada, pero también dejo una deuda pendiente en el secreto reservado de su intención por ser partícipes no solo en la mirada.

Esto, nos condujo a la necesidad de planear ofrecer un programa de talleres intensivos de  construcción de títeres, basados en la temática de la infancia, la espera y la fabulación de lo incierto; talleres cuya duración estribe entre las cuatro y seis horas de aplicación diarias contemplando dos días para su conclusión, luego de que en ocasiones pasan incluso semanas aguardando la llegada del tren.

Estos talleres tendrían la particularidad entonces de ser correlativos al  tiempo de espera que lleva el migrante, contemplando materiales sencillos que permitan tanto la construcción de un personaje teniendo como base el calzado; (símbolo emblemático en el trayecto que representa su viaje al paradero de las fronteras) para después dar apertura a la representación espontanea de sus historias de manera individual o colectiva. El calzado, tendría la característica esencial de ser pequeño, pequeño como para un niño de dos a tres años; dando de este modo apertura a un mundo emocional radicado y nutrido por las referencias vivas de la infancia como origen quizá del viaje que los participantes se ven decididos a emprender.

Su proceso de construcción atenderá entonces el empleo de componentes mediante un sistema técnico de manipulación que permita su mejor calidad de acción;  trabajando en otorgarles una articulación sistemática de movimiento y no un empleo directo en la calidad de objeto representativo en si mismo.

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